Cita en Averoigne, Clark Ashton Smith
Clark Ashton Smith (13 de enero de 1893, Auburn - 14 de agosto de 1961, Pacific Grove) fue un poeta, escultor, pintor y escritor estadounidense especializado en relatos de terror, fantasía y ciencia ficción.
Además de por su excelente obra literaria, debe su fama a la amistad que compartió con Howard Phillips Lovecraft entre 1922 y 1937, año en el que Lovecraft fallece. Durante dicho período, Ashton Smith fue partícipe de los denominados Mitos de Cthulhu.
Por otra parte, junto al propio Lovecraft y Robert E. Howard, fueron los colaboradores más importantes de la prestigiosa revista pulp Weird Tales.
Cita en Averoigne fue publicado en las ediciones de abril y mayo de 1931 de la revista Weird Tales. Posteriormente sería reeditado por Arkham House en la antología de 1942 Fuera del espacio y el tiempo.
Es uno de los grandes cuentos del autor, perteneciente al llamado "ciclo de relatos de Averoigne", una región apócrifa de la Francia medieval donde lo fantástico y lo sobrenatural forman parte del paisaje cotidiano.
El cuento comienza narrando la historia de Gerard, un trovador profesional, situándonos al propio Gerard caminando por el bosque, intentando terminar de componer una canción que tiene en la cabeza, mientras se dirige a un lugar donde ha quedado Fleurette, la hija de un próspero comerciante, de quien se ha enamorado perdidamente.
En un momento dado escucha los gritos de una mujer que parece que está siendo atacada. Indaga entre los árboles del bosque hasta que, efectivamente, en un claro puede observar a una mujer siendo atacada por tres individuos de extraño aspecto.
Gerard acude para auxiliarla enarbolando un garrote que llevaba consigo, pero cuando intenta propinar un golpe en la cabeza a uno de los asaltantes, no solo no consigue golpear ningún cuerpo sólido, sino que las figuras se han desvanecido, han desaparecido, en un instante.
Todavía extrañado por lo que acababa de ocurrir, el joven se dispone a regresar al sendero. Sin embargo, ya no es capaz de encontrar el camino. Ahora se encuentra rodeado de un paisaje oscuro, sombrío, con unas características similares a las de una pesadilla infernal. La naturaleza está muerta, las aguas estancadas y fétidas, no se escucha el sonido de ningún tipo de animal.
En estas terribles condiciones Gerard continúa avanzando, hasta que se encuentra con un imponente castillo. Su aspecto, como el resto del paisaje que le rodea, no puede ser más lúgubre. Diríase que se encuentra abandonado, que tiene a sus espaldas siglos y siglos de historia, sin embargo el puente levadizo está echado y la puerta principal abierta.
En el umbral de la puerta se encuentra con un enigmático personaje, de aspecto extraño y singular, que se identifica como el señor de Malinbois, dueño del castillo. Después de cierta reticencia inicial, y tras haberle dicho el señor que no conocía ninguna forma de poder llegar al sendero principal, al menos desde donde se encontraban, Gerard acepta la invitación de hospitalidad que le ofrece el siniestro personaje.
Imagen by Mythosys |
Conducido a un gran comedor encontrará, sentados a una larga mesa, a Fleurette junto a la dama y el criado que la acompañaban cuando se dirigía a su encuentro con el joven y, a la cabecera de la mesa, la mujer que parecía estar siendo atacada por los forajidos, a la sazón, esposa del señor de Malinbois.
Se sirve una opípara cena, regada por los más exquisitos vinos, que servirá a Gerard para darse cuenta de dos detalles: que los señores del castillo no probaron bocado alguno, y que los diligentes y escurridizos criados que sirvieron la cena se parecían mucho a los supuestos atacantes del incidente del bosque.
Finalizada la cena, el señor de Malinbois acompaña a sus invitados a los aposentos. Estos se encuentran en un largo pasillo cuya lobreguez y ausencia de luz nítida impide saber donde termina. Las estancias se encuentran una frente a otra. En una de ellas deberán descansar Fleurette y su dama, en la otra, Gerard y el criado...
Lamentablemente...es momento de interrumpir el relato de los acontecimientos, el propio señor de Malinbois no me lo permitiría.
Para conocer la resolución de esta interesante historia deberéis de acudir a:
Hola Antonio: no conocía a este autor, pero el relato parece estar bien, inquietante, pero bien, vamos, que no da mucho miedo, jeje. Gracias por la recomendación. Un abrazo. :)
ResponderEliminarHola Merche. No da miedo para nada, aunque en aquella época, cuando fueron escritos, estuvieran tildados como grandes relatos de terror, hoy día han quedado bastante desfasados en ese sentido. Son muy buenos relatos y está muy bien escritos, pero para nada son "terroríficos".
EliminarUn abrazo!
Hola Antonio, interesante historia que nos dejas con la miel en los labios, tendré que ir al potcats. Gracias por compartirlo. Un abrazo
ResponderEliminarHola Nuria. Gracias por la visita y el comentario.
EliminarUn abrazo!
Great blog
ResponderEliminarThank you, Rajani.
EliminarUn relato curioso e interesante, Antonio. Dentro de la línea de los relatos góticos y de misterio y esta vez con un final feliz.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo :-)
Así es Miguel Ángel. El último al que le acabo de publicar la entrada es un poquito diferente...nos trasladamos a los clásicos rusos del XIX. Gracias por la visita.
EliminarUn abrazo!