El elixir de larga vida, Honoré de Balzac

 Honoré de Balzac (Tours, 20 de mayo de 1799 - París, 18 de agosto de 1850) fue un dramaturgo y novelista francés, representante de la denominada novela realista del siglo XIX. Escribió una monumental obra, "La comedia humana", formada por varias docenas de novelas cuyo objetivo era describir, de la forma más exhaustiva posible, la sociedad francesa postnapoleónica de su tiempo. 

Debido a su aguda observación de los detalles y su representación sin filtros de la sociedad, Balzac está considerado como uno de los fundadores del realismo en la literatura europea. Su obra influyó en numerosos grandes escritores como Émile Zola, Charles Dickens, Marcel Proust, Gustave Flaubert o Henry James. 

El elixir de larga vida (L´Élixir de longue vie) fue publicado en La Revue de París en 1846.

El relato cuenta la historia del aristócrata Juan Belvidero, joven de la nobleza que reside en el palacio familiar situado en la ciudad italiana de Ferrara. Su única preocupación es la de organizar suntuosas fiestas y orgías donde poder disfrutar en compañía de sus amigos y las cortesanas de turno.

Precisamente el relato comienza en plena celebración de una de esas fiestas. En un momento dado están haciendo comentarios jocosos sobre la longevidad del padre de Juan. Este bromea diciendo que tiene el padre cuya vida va a ser la más larga del mundo y comentarios parecidos.

Instantes después la fiesta es interrumpida por la presencia de un anciano criado que comunica a Juan que su padre está a punto de fallecer. Como es lógico, Juan abandona los salones donde se estaba celebrando la fiesta y acompaña al criado, a través de largos y oscuros corredores, hasta el ala donde vive su nonagenario padre, recluido voluntariamente desde hace muchísimos años, haciendo vida de asceta.

Cuando se encuentra a solas con su padre, antes de que éste exhale su último aliento, Bartholomeo Belvidero le confiere a su hijo un gran secreto. Le pidió que extrajera del cajón de su cómoda un frasquito de cristal de roca que contenía un líquido en su interior. Le explicó a su hijo que en el momento en que muriera le embadurnara todo el cuerpo con ese líquido y, de ese modo, resucitaría.



La idea no le hace mucha gracia a Juan porque lo que está deseando es poder heredar y tener el control absoluto de los tesoros y fortunas reunidas por su padre. Tal es así que una vez producido el fallecimiento no se atreve a cumplir con los deseos de su padre.

Sin embargo, al día siguiente, cuando la servidumbre está preparando el cadáver del señor para las exequias fúnebres, Juan ordena que le dejen solo con el cuerpo de su padre. Cogerá, no sin gran temor y enormes dudas, el frasquito del elixir y comenzará frotando uno de los ojos del cadáver.

De repente, el ojo se abre con una energía y naturaleza inusitadas, pudiendo contemplarse en él toda la vivacidad de un ojo extremadamente joven y vigoroso. Juan se asusta y comienza a pensar que hacer a continuación. Finalmente, ante la horrible idea de que su padre pudiera volver a vivir, decide aplastarle el ojo para volver a dejarlo sin vida.

Una vez enterrado el padre, el joven Juan pasó a convertirse en Don Juan, dedicándose a la buena vida durante muchos años. Finalmente se traslada a España y, cuando contaba sesenta años de edad, al igual que hizo su padre, contrae matrimonio con una joven de Sanlúcar con la que tendrá a su hijo Felipe.

Felipe y su madre llevarán una vida marcada por la tiranía y las órdenes continuas de don Juan, viviendo como dos auténticos piadosos para cumplimentar los deseos del padre y marido. Todo ello hasta que le llega la hora de la muerte a don Juan.

Un día don Juan llama a su hijo y le explica la misma historia que años atrás le fue contada por su padre. Le pide a Felipe que, una vez haya expirado, le frote todo el cuerpo con el líquido milagroso. 

Llegada la medianoche, después del inevitable momento de la muerte de don Juan, Felipe dispuso el cadáver de su padre en una mesa y comenzó a frotarle toda la cabeza. Una vez le había terminado de frotar uno de los brazos, unos ruidos en el exterior de la casa le sobresaltaron a la vez que el brazo de su padre le agarraba de forma súbita con una gran fuerza. El frasco acabó en el suelo haciéndose añicos.

Cuando Felipe se giró para contemplar el cuerpo de su padre pudo observar una cabeza de una extrema juventud, con una espesa cabellera negra y unos ojos y labios juveniles. Los criados, que habían acudido tras los gritos de Felipe, al presenciar la escena comenzaron a gritar ¡milagro!, ¡milagro!

De inmediato acudió doña Elvira, madre de Felipe, y el abad de Sanlúcar, decidiendo trasladar el cuerpo milagroso a la iglesia local, para realizar los fastos correspondientes a un hecho de tan extraordinaria naturaleza.


Si queréis conocer que ocurrió tras el traslado de don Juan a la iglesia, queridos lectores/as, además de disfrutar del relato en toda su plenitud, deberéis acudir a:

Lecturia


4 comentarios:

  1. ¡Hola, Antonio!
    Muy buena recomendación. Nos dejas con la duda, habrá que leerlo para saber qué pasó al final, jeje.
    Un abrazo. :)

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    1. Hola Merche! Esa es normalmente mi intención, poneros con "los dientes largos" para que os pique la curiosidad de como termina, además de promover la lectura de los relatos correspondientes. Gracias por la visita.
      Un abrazo!

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  2. Hola, Antonio.
    Sí que has logrado interesarme por el relato de Balzac hasta llegar a un final tremendamente efectivo e histriónico.
    Un fuerte abrazo :-)

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