La ventana número seis
José Antonio Sánchez, en su blog Acervo de letras, propone cada mes un reto de escritura consistente en la redacción de un texto libre, basándose en alguna premisa, o varias, que él proponga.
Este mes de junio la protagonista, pasiva o principal, del relato debe ser...La Ventana.
LA VENTANA NÚMERO SEIS
Mike y Paul acababan de finalizar su jornada de trabajo, se encontraban guardando todos los utensilios en la furgoneta de la empresa mientras esperaban a sus compañeros. Casualmente, los dos tenían los mismos años de antigüedad. Hacía ocho años que trabajaban para Skyway Windows LLC y estaban muy contentos, Skyway era una de las empresas punteras del estado de Nueva York.
La empresa se dedicaba a la limpieza de los múltiples rascacielos de oficinas de la ciudad neoyorkina, no solo a las fachadas acristaladas compuestas por cientos y cientos de ventanas, si no también a los interiores. Unas brigadas se dedicaban a descolgarse desde las azoteas para limpiar los cristales, como le correspondía hacer a Mike, mientras que otros se dedicaban a la limpieza de pasillos y despachos, como le correspondía a Paul.
—¿Sabes, Paul? —dijo Mike a su compañero—. Me he dado cuenta de algo muy curioso, hace ya unas semanas que lo descubrí.
—¿De qué se trata? —respondió Paul.
—Una de las ventanas del piso sesenta y seis, la número seis, han tintado el cristal de color negro, no se puede ver nada del interior. Además, te puedo asegurar que es la única de todo el edificio.
—Vaya, si que es raro.
El One Vanderbilt, con sus noventa y tres plantas de cristal y terracota, era uno de los rascacielos de oficinas más emblemáticos y modernos de la ciudad. Cada ventana correspondía a un despacho de alguna multinacional, algún prestigioso bufete de abogados, o a cualquier otro tipo de empresas que pudieran permitirse los estratosféricos precios del alquiler.
Lo que se buscaba, precisamente, era tener las mejores vistas posibles del skyline de la ciudad, por lo que verdaderamente resultaba extraña la aparición de esa ventana tintada.
—Mike, he estado realizando comprobaciones en el listado de despachos que tenemos del Vanderbilt, y el despacho número seis de la planta sesenta y seis, el de la ventana tintada, ¿recuerdas?, aparece como alquilado desde hace un mes y medio— dijo Paul a su compañero al cabo de unos días.
—Curioso.
—Pues más curioso aún es que en la columna donde aparecen los nombres de las empresas inquilinas de cada despacho...en este caso no viene ningún nombre, la casilla está en blanco —añadió Paul.
Al cabo de una semana, Mike se encontraba suspendido en las alturas del Vanderbilt realizando su tarea de limpieza de ventanas, cuando recibió una llamada por el walkie.
—Mike, ¿me recibes?, cambio.
—Adelante Paul, cambio.
—Oye, esta mañana me ha tocado limpieza por los pasillos del sesenta y seis y, ¿a qué no sabes una cosa?, cambio.
—Pues no sabría decirte, cambio.
—¡Estoy en la puerta del despacho número seis!, cambio.
—Paul, no te emociones, no creo que la cosa sea para tanto, cambio.
—Pues, ¿Qué quieres que te diga?, a mi me ha picado el gusanillo este asunto, cambio.
—¿Pone algo en la placa identificativa?
—No mucho. Can Cerbero S.L. Nada más, cambio.
—Bueno, déjalo. No nos entretengamos más que tenemos faena que hacer, cambio y corto.
Pasados unos diez minutos Mike vuelve a recibir comunicación de su compañero.
—Mike, ¿estás ahí?, cambio.
—Te recibo Paul, cambio.
—¿Sabes qué?, voy a entrar con la llave maestra, así salimos de dudas, cambio.
—Paul, a ver si te vas a meter en un lío, déjalo estar, cambio.
—Tranquilo, es solo parta echar un vistazo, luego te cuento, cambio y corto.
Han pasado dos años. Mike se encuentra en los almacenes de la empresa, en compañía de su nuevo compañero Raúl.
—Oye Mike, ya me han dicho que no te gusta hablar del tema, pero siento mucho lo de tu antiguo compañero, Paul creo que se llamaba. Muy extraño lo del despacho 6, de la planta 66, del Vanderbilt, ¿verdad? —dijo Raúl.
—Pues si, Raúl. Nadie se explica como pudo desaparecer sin más, y que no se hayan tenido noticias de él desde entonces.
Hola, Antonio.
ResponderEliminarUn relato muy intrigante y que se deja abandonar a la imaginación. ¡Qué de historias pueden resultar de ese misterioso despacho!
Tú le has dado la vuelta a la venta, en lugar de mirar hacia fuera, has decidido mirar hacia dentro. ¡Bien hecho! Aunque, en realidad, ¿no será que quieres que lo hagamos nosotros, contagiarnos la curiosidad para descubrir ese misterio?
¡¡¡Can Cerbero S.L.; despacho 6, de la planta 66!!!
¿No estarán las paredes pintadas de rojo y hará un poquito de calor? 😅😂
Enhorabuena, muy buen relato.
Me encanta lo que está dando de sí la ventana.
Un Abrazo.
Hola José Antonio,
EliminarMe alegro de que te haya gustado. Tengo que confesarte que tenía la intención de poner los números en cifras la primera vez que se nombraban la planta y el despacho, pero aguanté la tentación...hasta el final. Ahí si que decidí ponerlos con cifras, por si algún "despistadillo", jeje...
Respecto a tu pregunta final...¡me da a mí que llevas razón!
Un abrazo!
Hola Antonio, un relato de lo más interesante, con su dosis de misterio por el dichoso despacho y todas las cosas extrañas que hay alrededor de él. Un buen uso del elemento "ventana" para el VadeReto. Me gustó. Te dejo muchos saludos.
ResponderEliminarGracias Ana, por leer el relato y tus, siempre, estimulantes comentarios. Me alegro que te haya gustado.
EliminarUn abrazo!
Yo creo que el jefe de la empresa de limpieza estaba compinchado con Can Cerbero. Era una forma de echar a Paul por bajo rendimiento sin tener que enfrentarse con el sindicato de trabajadores.
ResponderEliminarGracias por leer el relato y por tu comentario. Un saludo!
EliminarHola Antonio, muy buen relato, casi desde el inicio me imaginaba que esa ventana tintada con esos números no eran un buen sitio, el nombre de la placa ya me lo aclaró del todo, yo no hubiera pasado ni aunque en la placa pusiera: ¡entra! Todos los indicios apuntaban a algo no muy bueno. Buen aporte para el reto.
ResponderEliminarUn abrazo. :)
Muchas gracias Merche. Efectivamente, todo apuntaba a que no sería conveniente seguir indagando sobre ese despacho...y mucho menos entrar!
EliminarUn abrazo!
¡Uf! Un pasado de relato. La intriga lo acompaña de principio a fin. Muy bien ese ir dosificando las claves hasta que el lector visualiza lo que has tras esa ventana negra. El Can Cervero y el número de la bestia: 666. Muy ingenioso.
ResponderEliminarGracias María Pilar! Como le decía a José Antonio, al final puse los números en cifras por si algún "despistadillo" no se daba cuenta (antes los había nombrado con letra). Me alegro de que te haya gustado. Un saludo!
Eliminar¡Hola, Antonio! Si es que hay que saber ver las señales y con el nombre de esa empresa y el número de piso solo le faltaba que la puerta fuera roja y llameante, je, je, je... Pero así somo. Para bien o para mal la naturaleza nos ha dotado del mayor de los tesoros, de quizá lo único que nos diferencia del resto de seres con los que compartimos planeta: la curiosidad. Un estupendo relato que se lee con interés creciente, como se debe en estas historias de misterio. Un abrazo!
ResponderEliminarGracias David! Se ve que no tenían mucha "cultura luciferina" estos trabajadores, jejeje...quizás si hubieran leído más!
EliminarUn abrazo!
¡¡Uauuuhh Antonio, Genial!!
ResponderEliminarDicen que los agujeros negros existen, este debía de ser uno.
Y aquello de "la curiosidad mató al gato"...
Había varias pistas, los números, el Can Cerbero... ¡¡Paul, no te metas!! le gritaba desde aquí, pero...
Aplausos y abrazo grande
Gracias Amaia! Es cierto que, en este caso, la curiosidad pudo más que la prudencia o el conocimiento si hubiera prestado atención a "las pistas". Gracias por tu comentario!
EliminarUn abrazo.
Hola Antonio. Me sorprendió el final. Una historia intrigante hasta su resolución. Me encantó. Un placer leerte. Abrazos
ResponderEliminarGracias Nuria! El placer es mío cada vez que me realizas una visita y me dejas un comentario.
EliminarUn abrazo!
¡Vaya relato, Antonio!
ResponderEliminarMuy en la línea de los relatos que nos traes en el blog, sólo que creado por ti. Me ha gustado cómo tratas con naturalidad toda la historia hasta el desenlace. Detalles como a combinación de la planta y el número del despacho o la placa de la oficina no podían estar mejor escogidos.
Un fuerte abrazo :-)
Gracias Miguel Ángel!
EliminarTodos los relatos escritos por mi mismo, por si te perdiste alguno, los puedes encontrar en la "pestaña Mis Relatos", en el menú principal de la parte superior. Gracias por la visita y por leer el relato.
Un abrazo!