La buena receta - Primera parte (1/5)

 En estos días se cumple el primer aniversario del blog, el 25 de febrero de 2023 publiqué la primera entrada.

Para celebrar está efeméride saco a la luz un proyecto que tenía pensado desde hace tiempo...la publicación de un relato propio por entregas.

Se trata de "La buena receta", mi mejor (según mi opinión) y más extenso relato. El mejor porque estoy muy contento de como quedó el resultado final, a pesar de todos los fallos y cuestiones a corregir o mejorar que pudiera tener, que puede ser que sean varios...y el más extenso porque alcanza algo más de las cuatro mil palabras, por lo que resulta ideal para dividirlo en distintas partes.

Fue también la primera vez que escribía en primera persona y la experiencia me resultó enormemente satisfactoria. Ahora he tenido que releerlo de nuevo, para establecer las divisiones, y sigo estando muy contento con el resultado.

Como se puede apreciar en el título de la entrada, lo he dividido en cinco partes más o menos homogéneas, evitando colocar los cortes en mitad de una determinada escena, situación o momento determinado.

Como hoy es miércoles iré publicando cada miércoles de las semanas sucesivas. En las siguientes entregas no habrá un resumen de lo acontecido hasta el momento, pero si los enlaces correspondientes a los capítulos anteriores, con la pertinente recomendación de que sean leídos por orden para entender el contexto.

Sin más dilación os dejo la primera entrega...espero que os guste tanto como a mi. 

LA BUENA RECETA

 

   Coloco en el mostrador de trabajo tres cubetas metálicas, de tamaño grande, para marinar las tiras de pollo. Bato los huevos, les añado las cantidades correspondientes de agua y leche, lo mezclo todo y añado la sal. Voy probando las mezclas hasta que quedan en su punto, como no podía ser de otra manera. Ahora deberán reposar en la cámara frigorífica, al menos durante un par de horas.

   Mientras tanto, en otro recipiente, preparo el rebozado de harina y especias. Mezclo la harina y la sal, añado tomillo, albahaca y orégano secos; pimienta blanca y negra molidas; ajo y jengibre en polvo; además de pimentón dulce. Todo bien mezclado, importante para que el pollo quede sabroso.

   Me llamo Peter Gaunt, tengo cuarenta y un años, y soy cocinero en uno de los restaurantes de la cadena Battered Chicken, donde servimos pollo rebozado al estilo Kentucky, aquí, en la ciudad de Westbrook, estado de Maine.

   Te podrá parecer raro, o una tontería, pero no hay nada en el mundo que me guste más que preparar pollo frito. Nada. Ninguna otra cosa. Me encanta ver, durante los pocos momentos en que puedo echar una ojeada mientras trabajo, como los clientes disfrutan comiendo el pollo que he cocinado.

   Llevo veinte años en la cocina de este restaurante. En este tiempo he tenido propuestas para haber podido ascender de categoría, por supuesto, para poder llegar a ser gerente del restaurante, por ejemplo, un puesto al que muchos aspiran. Pero siempre me he negado, bueno, me negué, podríamos decir, ya hace tiempo que se han dado cuenta de que no me interesa apartarme de mi cocina, de lo que más me gusta hacer.

    También me han llegado a proponer un traslado a otro restaurante de la cadena, sobre todo cuando había alguna nueva inauguración en alguna localidad cercana, pero no me quiero mover de Westbrook. He pasado toda mi vida aquí y no tengo ningún interés en conocer sitios nuevos, aunque no tenga familia y viva solo, mis padres murieron a los pocos años de comenzar a trabajar en el restaurante. ¡Pero si rechacé una oferta de KFC en la que me ofrecían un aumento importante de sueldo! Bah, esos presuntuosos de KFC, se creen que hacen el mejor pollo por llevar la palabra Kentucky en el nombre.


   

Déjame que te cuente un secretillo, una confidencia, ahora que no nos oye nadie. Al fin y al cabo, es temprano y tengo un momento de relax, ya tengo preparada la mezcla de la harina con las especias y hay que esperar a que el pollo se marine. Además, en el restaurante no realizo ninguna otra labor que la de cocinero, por supuesto sin ayudantes, no permito que nadie manipule el género. Por lo que, igual que nadie puede hacer labores de cocina, yo no hago ninguna otra labor. Limpiar, fregar, recoger, servir, sacar la basura…todo eso lo hacen los demás. Todos esos jovenzuelos que solo pretenden ganarse un dinero durante sus períodos de vacaciones, o que han accedido a su primer empleo con la idea de dejarlo en cuanto encuentren algo mejor.

   Bueno, a lo que iba, el secretillo, no solo es que me encante mi trabajo, como te decía, sino que… ¡soy el mejor cocinero de pollo frito del país! Así es, sin más. Y el que lo ponga en duda… ¡que venga y pruebe mi pollo! Si no le gusta, pago yo la consumición. Recuerdo cuando, déjame pensar un momento…sí, hará unos diez años ya, acudí a Nueva York para participar en un concurso para elegir al mejor cocinero de pollo frito entre todas las franquicias del país. La única vez que he salido de Westbrook. ¡Quedé tercero!, ganó un joven que todavía tenía granos en la cara, que trabajaba en un Chick-fil-A. No recogí la medalla y no he vuelto a participar en ninguna mierda de concurso.

   Verás, en estos negocios, tipo franquicia, todo viene estipulado y especificado al dedillo, para que toda la pandilla de jóvenes que suelen trabajar en estos restaurantes, que no suelen ser muy espabilados, dicho sea de paso, puedan sacar adelante el trabajo. Incluido el cocinado del pollo. Los cocineros, por llamarlos de alguna manera, de estos locales, solo tienen que seguir las instrucciones que les facilitan desde la central, y listo.

   Sin embargo, después de tanto tiempo trabajando con el pollo, de tantas lecturas e indagaciones que he llevado a cabo sobre el tema en todos estos años, ¡de probar las bazofias que preparan en los restaurantes de la competencia! …he modificado ligeramente la receta.

   Así es. Son pequeñas variaciones, casi imperceptibles, pero te puedo asegurar que dan resultado. Una de ellas no la puedo decir, ni siquiera a ti, llámame desconfiado si quieres, pero nunca se sabe. La otra tiene que ver con el aceite. El aceite tiene que estar a una temperatura bastante elevada para que las piezas de pollo salgan con un crujiente rebozado, pero jugosas y tiernas por dentro. No es una cuestión sin importancia, si el aceite está demasiado caliente habrá que sacar el pollo antes de tiempo, para que no se quemen las piezas, y la carne estará sin hacer todavía.

   Yo he descubierto que, aumentando en un grado y medio la temperatura del aceite, y teniendo las piezas sumergidas durante un minuto más de lo especificado en los manuales, no saco piezas de pollo rebozado de las freidoras… ¡saco obras de arte!


Continuará...

7 comentarios:

  1. Me he quedado intrigada con esta primera parte de tu relato... Y tanto hablar de pollo, ya me ha entrado hambre!! Un gusto leerte, estaré pendiente a tu próxima parte.
    Un abrazo.

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    1. Me alegro de que hayas quedado intrigada...¡esto no ha hecho más que empezar! Gracias por leerlo y el comentario.
      Un abrazo!

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  2. ¡Hola! Me has dejado con mucha curiosidad de saber qué pasará, así que estaré atenta a la segunda parte de tu relato. ¡Felicitaciones por el primer año del blog!

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    1. Muchas gracias Marita, tengo el convencimiento de que las próximas entregas aumentarán vuestra curiosidad.
      Saludos!!

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  3. Espectacular, Antonio. Me ha encantado. Eso es arte, el del cocinero y el del escritor que nos lo cuenta. ¡Felicidades por el blog y por regalarnos historias tan buenas!
    ¡Saludos!

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    1. Muchas gracias María Pilar! Gracias por tu visita y por el elogioso comentario...que me saca los "colores".
      Un abrazo!

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  4. Me has enganchado desde la primera línea, Antonio.
    Tanto el relato como el propio nombre del protagonista tienen evocaciones y referencias. Espero la continuación.
    Un fuerte abrazo :-)

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